Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza. Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.
Entre los escombros de mi alma, búscame, escúchame.
En algún sitio, mi voz sobreviviente, llama, pide tu asombro, tu iluminado silencio.
A travesando muros, atmósferas, edades, tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto) viene desde la muerte, desde antes del primer día que despertara al mundo.
¡Qué claridad de rostro, qué ternura de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!
Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos, como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas, del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos y quiero vivir, vivir, vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario