De qué me sirven los nombres sin direcciones ni teléfonos,
de qué me sirven las sábanas compartidas sólo de noche,
de qué me sirven los vasos de cerveza abandonados,
de qué me sirven las palabras llenas de vacíos,
de qué me sirven los recuerdos sin memoria,
de qué me sirven las compañías pasajeras,
de qué me sirven las muecas sin sonrisas,
de qué me sirven las manos sin caricias,
de qué me sirven los ojos sin miradas,
de qué me sirve ahora tanta libertad,
si he caído presa de tanta soledad.
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