Qué ángel te librará de la tristeza y te despertará un precioso día sin memoria de lo que te afligía y te dirá al oído: "Escucha y cesatus llantos. En mis brazos no te pesa la lentitud del tiempo ni la impía delación de los hombres. Eres mía, ya no eres de este vano mundo presa. Asómate a esta fúlgida ventana por tu dicha adornada. Ya el dolor se marchitó como una larga flor cuya sabiduría al fin te sana al disolverse porque se convierte en polvo, en ilusión, en otra suerte"
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