Duele la nostalgia inútil del tiempo perdido.
Laberinto de relojes quietos, de agujas rotas, de horas muertas.
Duele el tiempo perdido.
Un lamento pendular repitiéndose miserable entre la ausencia
y el olvido, hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo.
Pero ni siquiera todo ese dolor alcanza para matar ésta última certeza :
Señores todavía es nuestro, el tiempo que nos queda.
Frente al tiempo que vendrá
Frente a las puertas de la inmensidad
Ya comienzan a correr
todos los días que tengo por ver
en el tiempo que vendrá
Sobre el tiempo que me queda
voy a caminar
Con la luna como escudo
voy a rescatar
todos los minutos que se pierden
en los cofres oxidados
de la soledad,
en las cárceles de oro
de la mezquindad
Todos los minutos, días, años
Brillen al girar amarillas mariposas
(Giran los minutos)
brillen al girar...
(días, años)
Que me quede tiempo para soltar
miles de botellas al mar,
versos que no escribí jamás
para quien me quede por amar,
por encontrar.
Que el tiempo que queda
vuelva vino el agua,
que las manos pobres
vuelvan a los tiempos del pan,
al viento de la dignidad
Que se vuelva piedra
el cielo del injusto
Que mi gente beba
cántaros de fresca igualdad
Lo que quede
voy a gastarlo en libertad
Los abrazos,
cada palabra, todo el mar
Todo el aire
Todas las balas de mi voz
Todo mi corazón
Que los instantes que me restan
no me arrodillen la canción
y que ningún imperdonable
se lleve nunca mi perdón
Que todo el tiempo que me queda
no me acostumbre a obedecer
quiero pelear en cada una
de las batallas por perder
Desde los patios de mi tiempo
me miran los niños que fui,
los hombres que seré mañana
cantando me escuchan venir
Cada uno invitesé
un trago a su salú
del tiempo que le queda
y dejesé amanecer
prendido de un farol,
cantando en la vereda...
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